domingo, 24 de enero de 2010

China en el zapato


En todas las actividades artísticas hay una especie de contrato tácito entre el artista y el espectador. Por ese contrato, el artista parte de unas convenciones, tópicos o esquemas repetidos e introduce su punto de vista personal, los altera o simplemente los sigue convencionalmente para agradar, asombrar o impresionar al espectador.

Por ejemplo, todos sabemos que una crucifixión es físicamente imposible tal como la han dibujado la mayoría de los pintores. Pero, por convenio o estética, se sigue dibujando a los crucificados con los clavos atravesándoles la palma de las manos.

Por ejemplo, es un absurdo probabilístico que D’Artagnan en el curso de unos minutos tropiece y rete a duelo a Athos, Portos y Aramis que, causalmente, son entre ellos estupendos amigos (pues cada uno resulta ser padrino de los otros dos en los duelos) por no decir que los más excelentes espadachines de Francia. Y sin embargo, si aceptamos esta convención, el capítulo resulta trepidante a la vez que una excelente introducción de la sicología de los personajes.

Hay veces que, curiosamente, lo que nos chirría de una obra no es la convención más absurda o improbable sino los pequeños detalles que, por la causa que sean, nos incomodan ya que no nos los terminamos de creer del todo y, por tanto, molestan nuestro disfrute.

Son como pequeñas chinas en los zapatos en medio de un agradable paseo.

Voy a citar mis tres chinas favoritas referidas al cine. Estoy seguro que los que lean estos párrafos podrán añadir las suyas o, en su caso, reírse de las mías.

China 1: ¿Quién paga esto? (O con la comida no se juega)

Vale, se ha liado la marimorena y del saloon no queda ni una silla sin destrozar. Uno de los de la pelea, que siempre es el bueno, dice lo de “yo te pagaré esto”. Y a veces hasta paga en el acto. Sin IVA, por lo que parece. Sin cuentas y con un ojo clínico a la hora de tasar los destrozos.

De acuerdo, no es plan de perder media hora de la película echando cuentas entre el cantinero y el pagador, pero eso me chirría soberanamente.

En realidad es que en el oeste todo el mundo sabe lo que cuestan las cosas, no cuentan el dinero, pagan con monedas y nunca dan las vueltas.

Hace muchos años, en la serie “Los Gozos y las Sombras”, Eusebio Poncela y Charo López entran en una tasca y él pide un licor. Una botella entera. Y le dice a ella:

-Esta será nuestra botella y siempre que vengamos aquí beberemos de ella.

Pero, cosas que ocurren, la relación entre ellos no funciona como debía y nunca vuelven al local. Siempre me quedó la duda de qué fue de esa botella, si se pagó entera en el acto o sólo los dos primeros vasos.

De pequeño no soportaba que durante una película algún objeto se cayera al suelo y no se recogiera. O que siempre se encontrase aparcamiento a la primera y nunca se cerrasen con llave el coche y que las de casa estuviesen bajo el felpudo o en la maceta. O que raramente durante las comidas los actores coman y den por concluido el ágape sin tocar un solo plato.

China 2: ¿Quién trabaja aquí?

De El Señor de los anillos sabemos que los hobbits son excelentes agricultores. Y tanto: ellos solos deben ser los que proveen de alimento a toda la Tierra Media porque no sale trabajando otro solo campesino en toda la trilogía. ¿Cómo se alimentan los enanos dentro de la minas de Moira? ¿Y los elfos? Por no hablar de Gondor donde hay que afinar la vista para creer distinguir un campo labrado. Y de Mordor, ni te cuento; con la pinta de tragaldabas que tienen los orcos y ni se ve una maldita granja de cerdos.

Algo parecido ocurre en La guerra de las galaxias donde salvo los Skywalker, que son agricultores, casi nadie realiza alguna labor productiva ni del sector primario, ni del secundario (salvo crear droides de combate). Del terciario sí, que hay unas cuantas cantinas repartidas a lo largo de la galaxia.

¿De qué se alimentan los Naboo y los Gungan? ¿Qué cazan los ewoks? ¿Cómo consiguen la comida los rebeldes?

China 3: ¿Cómo se orientan?

Recuerdo las carcajadas de mi padre y las mías viendo una película de temática inspirada en las Mil y Una noches. Tras una larga cabalgada, el grupo de proscritos paran en mitad del desierto. Kilómetros y kilómetros de arena a la redonda. Sólo dunas y ni una maldita planta u oasis. Y dice el protagonista:

-Este es el lugar de la cita.


Mucho más mérito tiene Luke Skywalker que yendo al planeta Dagobah en busca de Yoda consigue estrellar su nave a escasos metros del lugar donde este habita.

O esta frase que se repite en muchas películas:

-Nos vemos en tal sitio.

Sí, pero…¿a qué hora? ¿O vas a estar esperando todo el día hasta que el otro aparezca?


Pues eso, que nos vemos en el próximo articulo. Pero no digo cuándo.



1 comentario:

  1. También la gente se cae al agua y luego están secos, peinados y maquillados en la siguiente escena...

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