miércoles, 25 de noviembre de 2009

25 de Noviembre


Dos carteles han inundado las calles. En uno de ellos se ve una mujer alegre y desafiante, y en letras rosas el lema "De todos los hombres que haya en mi vida, ninguno será más que yo". En el otro se ve un hombre de pelo en pecho, y en letras azules otro eslogan: "De todas las mujeres que haya en mi vida, ninguna será menos que yo".

Hoy es el día contra la violencia de género. Una tipo de violencia que, cuando se tipificó en el código penal, no se quiso que se llamase violencia doméstica porque, al parecer, restringía su ámbito y la violencia que se penaba podía traspasar los límites del hogar. Estoy de acuerdo con ello, pero aplicando el razonamiento pues es hecho por las mismas personas, ¿qué significa entonces el cartel que me dirigen?

Si no me restrinjo al ámbito doméstico, ¿qué hago con mi jefe?

Hoy es el día contra la violencia de género. Cuando se tipificó como delito se incluyeron ciertas cláusulas que hacen que si la violencia la sufre una lesbiana de manos de su pareja tenga menos valor que si la sufre una heterosexual. Cuando la sufre un homosexual tiene menos valor que si la sufre una heterosexual. Ambos casos ya se han dado y juzgado.

Si me refiero a las connotaciones de la ley, ¿qué pinta un ministerio que se llama de igualdad legislando en la desigualdad y divulgando carteles que la fomentan?

Hoy es el día contra la violencia de género. Cuando se tipificó como delito se hizo para defender a las mujeres que aún hoy se consideran menos que un hombre por el mero hecho de que él es un hombre. Mujeres que tienen miedo a mirar un cartel delante de su pareja o a hacer comentarios. Mujeres que no miran de frente porque no se atreven. Mujeres que no se identifican con el cartel porque no consideran que ellas sean esa imagen de mujer echada pa'lante.

Si me refiero a la percepción femenina de la campaña, ¿a qué incita una imagen de mujer desafiante a una mujer desafiante? ¿A buscar la igualdad esa del nombre del ministerio, la vida en colaboración, las diferencias dentro de la diversidad y no del revanchismo?

Hoy es el día contra la violencia de género. Cuando se tipificó como delito, y a pesar de las recomendaciones de la RAE, se usó ese término lingüístico y no violencia sexual porque el segundo tenía unas connotaciones diferentes, y el elegido englobaba también aquellas.

Si me refiero al ámbito sexual, ¿quiere el ministerio de igualdad con su campaña guiarme en mi lectura del kamasutra?

Hoy es el día contra la violencia de género. Cuando se tipificó como delito se renunció a llamarla violencia machista, a pesar de que es a ella a la que se refiere de facto, porque se consideró que hay hombres que no se consideran machistas que no se sentirían aludidos por el término y seguirían ejerciéndola. Y los hombres machistas lo harían a mucha honra.

Si me refiero a la reacción de los hombres ante la campaña, ¿cómo se siente ante ella un hombre que vive sin recurrir a la violencia que la casa que compró en matrimonio sea ahora habitada por su ex-mujer mientras él paga media hipoteca, la manutención de los hijos comunes y él a los 42 se ha visto obligado a vivir de nuevo con sus padres porque no le queda ni para alquiler? ¿Tendrá la percepción de que es justo que ninguna mujer de su vida sea menos que él?

Y ¿cómo se sentirá el hombre tan hombre de la foto? ¿Se verá influenciado por esa z tan moderna que adorna el Zero dedicado a la tolerancia? ¿Pensará que nunca una mujer será menos que él? ¿O se sentirá amenazado por una campaña claramente hostil a sus derechos y percibirá algo parecido al cartel que he creado para el artículo, letras rosas incluidas?

Hoy es el día contra la violencia de género. Delito, y como tal tipificado en la ley, por supuesto. Día para pedir una ley en igualdad, que pene con fuerza a esos 49 asesinos hombres que mataron a su pareja femenina de enero a octubre. Que no permita que haya hombres que pongan la mano encima a una mujer porque es más débil. Que castigue a las mujeres que maltratan psicológicamente a sus maridos calzonazos del mismo modo que a los hombres que arrollan la personalidad de las mujeres.

Y ya puestos a pedir aunque para esto no haya día, que la petición de igualdad no se restrinja a un ministerio y afecte a todos los ámbitos, economía, educación, trabajo, fomento, interior y asuntos exteriores. Igualdad de hombres y mujeres, negros, gitanas, inmigrantes, cristianos viejos, comunistas y ricos señoritos, en derechos y obligaciones. Que se eduque en igualdad para que no haya mujeres que se crean menos, para que no haya hombres que se sepan más, para que no haya mujeres que se crean más. Que desaparezca el ministerio de igualdad y que las campañas de carteles caca que no sólo no convencen a nadie sino que además son contraproducentes se las dejen al Carrefour, que las hace estupendas.

martes, 17 de noviembre de 2009

Ego

Nunca me ha caído bien este tipo. El que tenga algunas canciones que me gustan no quita que el resto de ellas me parezcan ramplonas.

Además, es (o era) un guapo reconocido y eso me ha dado siempre un punto de envidia.

Varias cosas me molestan de él.

La principal, que pontifique cada vez que hable. Le puedo reconocer experiencia en la parte de vida que le ha tocado en suerte; le puedo reconocer que haya conocido gente interesante. Pero no recuerdo que tenga muchos doctorados, que sus publicaciones sean libro de lectura obligada en universidades, que sus canciones no sean poco más que de evasión.

No me gusta que sea tan políticamente correcto. Tan guay que diría alguien. Tan predecible en su catecismo de enrollado. Aunque, no quiero ser injusto: le puedo reconocer sus buenas intenciones.

Tampoco me gusta que nade y guarde la ropa. Que juegue a la ambigüedad sexual cuando ya no se estila. Que ya la gente puede salir del armario si le apetece; que, leñe, ya no estamos en los tiempos de hacerse pasar por novio de la Obregón .

Lo que no podía suponer es que estuviese tan encantado de haberse conocido. Que su ego fuese tan grande. Tan monstruoso que ni él mismo se ha dado cuenta de lo que sus palabras traslucen.

El caso es que don Miguel tiene cuenta en Facebook. Y desde ella nos da el siguiente mensaje del que no suprimo nada para que no penséis que soy malintencionado:

Mis queridos todos y mis todas queridas... A partir de hoy empieza una era nueva. Así como os lo anuncié, así hoy os aviso.
Pronto, muy muy pronto, empezaréis a tener noticias frescas de mi nuevo trabajo del que sé os urge saber. Bien pues... estad alerta que en breve os iré dando gotas de su perfume y voy a hacerlo a diario y en primera persona. Como que me apetece que así sea. Hoy empieza la cuenta atrás de la cuenta adelante...

Gracias por haber estado ahí desde siempre y desde ya mismo tirad de olfato que quien os escribe, éste sí que soy yo, Miguel...

¿Tenéis suficiente cardio a prueba pa aguantar la prueba? Contádme...

Besos y abrazos a todos/as... y otras chuches.
Como siempre y de nuevo...
Miguel.

Voy a obviar el tono guay. El todos/todas, queridos/queridas.

Obviaré también la redacción, propia de una tarea escolar del colegio de pago al que debió ir, no sé si con aprovechamiento.

Todo ello queda borrado por la transcendental noticia de que empieza una nueva era. ¿Se terminó el hambre en el mundo? ¿Ya no queda ningún dictador gobernando? ¿Se detuvo el cambio climático?

No; mucho mejor: Miguelito saca disco.

Menos mal que se aviene a informarnos de ello porque, como es obvio, a todos nos urgía saber esa noticia. Ya podré dormir tranquilo y mi vecino, aunque no pueda pagar la hipoteca, podrá tener tranquilidad de espíritu.

Eso sí, como nosotros, pobre plebe, somos muy ansiosos, no es recomendable que recibamos las novedades de sopetón. Así que nos dará las noticias de poquito en poquito. Para que no nos atragantemos ni nos embriaguemos con tamaña excelsitud.

Pero basta ya de escribir aquí. Debo inmediatamente avisar a Boselito que sí, que he tenido suficiente cardio para no morir infartado ante la noticia. Pobre, cómo se preocupa por nosotros.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Lo mejor que podría pasarme


Yo tenía 6 o 7 años y mis padres me habían comprado para clase un tubo de pegamento, tal y como decía la lista que nos había dado la profe. Era el típico pegamento cilíndrico de tapa naranja, pensado para pegar papel. Pero varias niñas de la clase tenían un pegamento muy bonito, líquido, en un bote transparente con florecillas. Y el líquido era azul con puntitos rosas. ¡Era precioso!

Yo quería el pegamento rosa. Necesitaba el pegamento azul y rosa. Mi madre me dijo que ni hablar. Yo ya tenía un pegamento, pero sobre todo, el pegamento azul era malo. No estaba pensado para papel, no pegaría bien, no duraría, se salía y se pegaba a las manos.

Pero ¿a mí que me importaba todo eso? ¡Tenía 6 años! Yo sólo sabía que el pegamento rosa era lo mejor para mí. Que las niñas que lo tenían eran mucho más felices que yo.

Mis padres todopoderosos podrían comprarmelo si quisieran y no lo hacían porque no querían. Simplemente. Eran malos, no había otra razón.

Y entonces sucedió un milagro.

Volviendo a casa con mi madre, en el suelo, un billete de 100. De esos marroncitos con un hombre calvo y con gafas que yo entonces ni idea de quién era. Sobre todo porque yo casi nunca tenía un billete, sólo monedas.

Mi madre me concedió el libre albedrío. Me dejaba gastarme los 20 duritos en lo que yo quisiera.

Apuesto a que no adivináis qué me compré. Renuncié a las chucherías y me compré un pegamento azul y rosa. Por la cara de mi madre a ella se le había olvidado que yo podía elegir el pegamento, pero no me dijo que no lo hiciera. Cumplió su promesa.

El final de la historia es que el pegamento me estropeó todas las hojas del cuaderno en las que lo usé, se cuartearon y arrugaron; los colores de los papeles que pegué con él se corrieron y me mancharon el resto de hojas. Tuve que repetir los deberes de varios días en un cuaderno nuevo.

Supongo que mi madre ese día creyó en los castigos divinos. No siempre los finales corren a favor de la pedagogía paterna y las moralejas, también para los adultos hay cosas incomprensibles.

Y yo, mientras repetía todo, aún no entendía cómo podía haber pasado. No comprendí que el pegamento era una basura hasta años después. Y aún recuerdo perfectamente la historia y lo bonito que me parecía el pegamento azul con puntitos rosas, lo mejor que podría pasarme.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Blas de Lezo



Los ingleses ordenaron tapar una derrota vergonzosa. Los españoles no necesitaron ordenar no airear una victoria impresionante. Ya lo hacemos de forma natural.

Hace tres siglos y hoy, la BBc publica un artículo sobre el tema. No lo he encontrado en ningún periódico español. Menos aún pedir algún recuerdo oficial. Yo no conocía la historia.

Somos valientes, cabezotas y aguerridos, tuvimos el más grande imperio del mundo, fuimos el terror del resto, y fuimos y somos idiotas. Así somos los españoles. Lo queramos o no.