miércoles, 27 de mayo de 2009

Propuesta


Una compañera de trabajo con un viaje planeado a un concierto (su entrada comprada, su alojamiento , transporte, etcétera) se encontró el otro día con la desagradable sorpresa de que había sido elegida miembro de una mesa electoral.

Parecido le ocurre a un pariente mío, que debe estar en una mesa el mismo día de la comunión de su sobrina.

Ante hechos semejantes, me permito lanzar una propuesta para tratar de paliar algo esos incordios.

Se trataría de abrir una lista de voluntarios para formar parte en mesas electorales. En cada elección, a las primeras personas a las que se recurriría sería a estos voluntarios.
Además (y ahí creo que es la posible idea feliz de mi propuesta) una persona no voluntaria que haya sido designada miembro de una mesa electoral podría negarse a formar parte de la mesa si con anterioridad ya ha formado parte de una mesa como voluntario.

Por supuesto ese privilegio sería válido para una sola vez; para poder volver a usar ese privilegio sería necesario presentarse nuevamente como voluntario y formar parte de una mesa.

Mi propuesta parece factible, aunque requiera cierto papeleo extra para todo los implicados, porque una persona que no ejerza de voluntario no pierde ningún derecho ni obligación. Es más, si la masa de voluntarios es suficientemente grande, posiblemente disminuyan sus probabilidades de ser elegido.

Respecto a si existirá esa cantidad de voluntarios, yo creo que sí la habría. Hay gente pa to, que decía el torero. Sin contar con los que prefieren asegurarse en un futuro unas elecciones libres de formar parte de la mesa, siempre hay personas curiosas o deseosas de formar parte del proceso electoral.

martes, 26 de mayo de 2009

Igualdad



Algo más de la mitad de la población mundial somos mujeres. O dicho de otro modo, hay en el mundo más de 3000 millones de mujeres. Y la mitad de la historia la han constituído las mujeres, aparezcan en los libros o no.

Hay mujeres que se levantan al sonido del timbre del despertador y sacan adelante a sus hijos solas, anónimas en una gran ciudad del primer mundo.

Hay mujeres que caminan veinte kilómetros para conseguir un poco de agua en el lejano pozo del desierto.

Hay mujeres que sufren la ablación a los doce años, justo antes de ponerse su primer burka.

Hay mujeres que se maquillan tras el lifting y conducen por Beverly Hills.

Hay mujeres que no llegan al segundo año de edad porque la ley del único hijo hace que su única salida sea morir en un orfanato.

Hay mujeres que sufren las hemorroides en silencio.

Hay mujeres que se aprovechan de sus maridos tras un divorcio.

Hay mujeres que tienen derecho a decidir qué hacen con su cuerpo. Hay mujeres que no llegan a nacer por decisión materna.

Hay mujeres que ganan el premio Nobel.

Hay mujeres que son matadas porque era mía.

Hay mujeres que no necesitan recordar a nadie que lo son, ni que les ayuden por serlo, para llegar a presidir el país que es motor de Europa.

En el mundo viven, han vivido y viviran María Pita, Victoria Beckham, Teresa de Calcuta, Eva Perón, Juana de Arco, mi abuela, Aisha Ibrahim Duhulow, Marie Curie, Agatha Christie, Isabel I de Inglaterra, Mary Reed, Penélope Cruz, Hipatía de Alejandría, Guyunusa, Marina Raskova, Madeleine McCann, Teresa Rivero, Miren Agurtzane, Pocahontas, Aurelia César.

Somos diferentes entre nosotras.

En el mundo hay 6000 millones de personas y muchas formas de poner una línea sobre a quién defender, y la línea puede abarcar lo indefendible. Así que mejor no ponerla: todos los 6000 millones deben ser tratadas en igualdad. De derechos y de deberes.

jueves, 21 de mayo de 2009

Eurovisión


Era un acontecimiento anual de obligado cumplimiento en época de mis padres. Una forma de sentirse europeos, internacionales, en un momento de aislamiento político. Supongo que para el gobierno de Franco también valía como propaganda internacional, y tanto Massiel como el Real Madrid ayudaron mucho en ese aspecto.

Poco a poco su importancia social fue bajando, la de este y la de otros concursos de canción. Cuando yo era niña de todos modos seguía siendo una cita ineludible. Aquellos jurados populares en los que se juntaba una peluquera y un escritor erudito, que nos contaban antes del programa las posibilidades que teníamos y se lamentaban tras él de cómo no nos habían entendido. Aquellas canciones pegadizas que todo el mundo conocía. Cómo cada país cantaba en su lengua, con su estilo. Los comentarios de Uribarri sobre cómo Grecia nos había dado tan pocos puntos a pesar de que la reina es de allí.

Yo ahora mismo sólo conozco diez números en francés, del 1 al 8, el 10 y el 12. Y tengo recopiladas todas las canciones que han ganado Eurovisión hasta el año pasado, así como las representantes españolas. Es decir, que el concepto, la forma y el fondo me gustan mucho y se puede decir que soy eurovisiva.

Dicho esto, Eurovisión ahora mismo está totalmente devaluado. La desaparición del jurado hace posible la trampa de la cobertura sms, lo que provoca que no todos los participantes estén en igualdad de condiciones. Aparte están los ya descubiertos y reconocidos chanchullos en los votos "no libres" entre países afines para buscar su promoción. Es comprensible que, como lo fue para España una vez, para muchos países sea ahora su puerta al exterior, pero esto hace que el concurso se devalúe como tal.

Musicalmente, ya no es más que un conjunto de canciones todas parecidas, todas en inglés. Se ha globalizado, y ahora se busca más la diferencia para llamar la atención de ese votante del dedo pulgar: Frikis, stritís de mozas conocidas, lo que sea. La promoción del cantante o el interés de la canción ya no prima, y por tanto la esencia de todo concurso musical se pierde.

Este año RTVE ha sido multada por no retrasmitir la semifinal, a lo que tiene obligación por el hecho de participar. No lo restransmitió porque tenía otro evento que iba a darle mucha más audiencia. En España, Eurovisión ha dejado de interesar, probablemente por todo lo antes expuesto. Esto es un hecho. Tiene años de subida gracias a éxitos previos de promoción puntuales: El inesperado boom del concurso de elección de concursante o de la decisión interesada de otra cadena en ridiculizarlo. Pero son picos aislados.

Eurovisión nos cuesta dinero, no nos interesa y además no participamos en igualdad de oportunidades. Es una decisión dolorosa por tradición, pero creo que ha llegado el momento de dejar el concurso. No seríamos los primeros.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Me lo expliquen


Por primera vez en trescientos años el presidente de la Cámara de los Comunes británica va a dimitir.
Él no es el único envuelto en un escándalo político que empieza a alcanzar magnitudes colosales allá en Reino Unido, pues, supongo, de ocurrir en España igual la cosa quedaría difuminada como sólo los países latinos sabemos hacerlo.

El caso es que los diputados británicos, además de su sueldo, tienen derecho legal a ciertas prebendas a cargo del erario público.
Desconozco los límites de esas prebendas: supongo que no es lo mismo gastarse 3000 € (perdón, 3000 libras) en remodelar un despacho que en masajes tailandeses.

Se ha asumido que todos los gastos entran dentro de la legalidad así que, a pesar de que tales gastos incluyen piscinas en casas privadas, pago a la señora de la limpieza de un hermano, gastos en productos de estética femenina por un hombre y varios etcéteras de ese calibre lo que se dirime hoy en Reino Unido no es si esos gastos se pueden hacer sino si se deben hacer.
Que, además, estemos en medio de una crisis, no ha ayudado a maquillar lo escandaloso del comportamiento.

Y como de manera ordinaria el título de mi artículo exige, quiero que se me explique varias cosas. Yo desconozco la respuesta a todas ellas.

a) ¿Cómo es posible que personas de apariencia acomodada puedan llegar a tomar como naturales semejantes gastos y hacerlos con total desfachatez?

b) ¿Qué pasará por sus cabezas por esas personas cuando en sus inicios, supongo, trataban de servir al pueblo y han terminado aprovechándose y mofándose de él?

c) ¿Por qué, aunque se reconoce la legalidad de tales actos, hay dimisiones cuando en España no dimite ni el tato por cosas peores?

d) ¿Por qué este escándalo, que salpica a los tres grandes partidos, está hundiendo sólo a los laboristas?

e) ¿Haría casi cualquiera de nosotros lo mismo en semejantes circunstancias?

Me lo expliquen, por favor.

viernes, 15 de mayo de 2009

¿Cosmopolita?


La palabra cosmopolita viene del griego "ciudadano del mundo", y resulta que no aparece como acepción válida en el diccionario de la RAE atribuida a una ciudad. Pero como se aplica bastante, supongo que podemos darle la vuelta y decir que una ciudad es cosmopolita si en ella cualquier ciudadano del mundo puede sentirse como si fuera el lugar donde él vive. Según esto, sería cosmopolita aquella ciudad en la que conviven o puedes encontrarte a gentes diversas, y todas las culturas tienen cabida.

Pero no es ese verdaderamente el sentido que pensamos. Cosmopolita debe ir unido además a un aura de modernidad. Es decir, debe encontrarse como en casa no cualquier ciudadano del mundo, sino cualquier ciudadano moderno. Si no te adaptas a esa modernidad es que tú no eres cosmopolita. Y por supuesto eso es malo.

Una ciudad lo contrario a cosmopolita sería paleta.

Madrid es una ciudad en la que conviven hoy en día gentes de muy diversas culturas y nacionalidades, sin más problemas que los que se dan en cualquier otra ciudad de su tamaño y entorno. Igualmente es una ciudad de modernísimas instalaciones e infraestructuras y variadas posibilidades culturales. Pero es muy común escuchar despectivamente que alguien dice que Madrid no es cosmopolita.

Isidro fue un agricultor nacido en el siglo XI. Pero su santificación por parte de la Iglesia no se produce hasta el siglo XVI. Durante todo ese periodo, los madrileños tuvieron en él un patrón extraoficial. Era un hombre del pueblo que tenía su casita y sus campos a las afueras, lejos de las murallas, que era bueno y justo y por ello los ciudadanos sencillos le atribuyeron su aura de santo. Cinco siglos sólo valieron para que esa opinión creciera. En el XVI se produjo el milagro oficial que al pueblo en nada sorprendió.

Aún hoy los madrileños, mayores o jóvenes y creo que no hace falta decir que la religión ya no tiene mucho que ver, consideran a Isidro como uno de los suyos. Era un hombre de aquí, trabajador ahí por Carabanchel.

Cuando se trata de hacer fiestas, Madrid vuelve a ser una pequeña villa. Hay conciertos cosmopolitas en instalaciones cosmopolitas, hay actividades deportivas cosmopolitas, exposiciones cosmopolitas. De todo eso disfrutan madrileños y cosmopolitas forasteros. Pero lo importante es que Madrid se hace popular. Se asiste a las verbenas que siguen siendo parecidas a las de antes y se baila al son de un organillo. Se va de romería junto al Manzanares o a las vistillas según la fecha. En el centro, los bares salen a la calle, y todos son bienvenidos.

Supongo que recibir al visitante en edificios del XIX con carteles en una lengua minoritaria que pocos comprenden, organizar unas casetas engalanadas de farolillos en las que se bebe fino y apenas puedes participar si eres de fuera, o celebrar la fiesta en una casa gastronómica en la que si eres mujer no tienes cabida ni aún siendo autóctona, debe ser más cosmopolita a tenor de los comentarios que oigo en la comparativa con otras ciudades.

Supongo, pero tal vez no. Tal vez lo que debe es ser que el término cosmopolita no se debería aplicar a una ciudad, porque tan bonito es ser moderno como no olvidar tus raices pero porque las sienten así los ciudadanos, no por imperativo legal. Hasta cuando Madrid lidera una corriente cultural se trata de algo popular que surge espontáneamente y que no tiene comparación con nada que ocurriera fuera, como fue la movida de los 80.

Madrid no es paleta. Es castiza, y a mucha honra. ¡Viva San Isidro!

miércoles, 13 de mayo de 2009

Buenas personas






Cuando el autobús que me llevaría al levante se situó en la dársena, el conductor, con el cigarro en la boca, revisaba nuestros billetes.

La mujer china llevaba una bolsa de plástico verde como la que dan en los bazares. O quizá era su comida. El conductor le dijo que no se podía llevar el interior del autobús y tuvo que dejarla en el maletero.

La mujer negra llevaba un bolso grande pero en modo alguno aparatoso. El conductor le dijo que lo dejara en el maletero.

La chica que frente a mí estaba en la cola también llevaba bolso pero el conductor no le dijo nada.

Yo llevaba una mochila a la espalda. El conductor me dejó pasar.

Estuve tentado de pedirle explicaciones: qué diferencia de tamaño, peso o aspecto había entre los paquetes de unos y otros.
Pero no lo hice.

Mucho más tarde recordé la frase de Luther King.

"Cuando reflexionemos sobre nuestro siglo, no nos parecerán lo más grave las fechorías de los malvados, sino el escandaloso silencio de las buenas personas."

jueves, 7 de mayo de 2009

Derechos que son deberes (Paternidad)


Dos advertencias previas:
Uso la palabra “paternidad” en el sentido amplio incluyendo, pues, la maternidad (que me perdone Bibiana si la lengua española permite esa ambigüedad).
La segunda advertencia es que hablo de una paternidad deseada, no aquellas en las que el embarazo es todo menos una alegría.
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Nada impide, si así lo desea, a un adulto ejercer de padre. Habitualmente los requerimientos previos son mínimos y agradables y el anuncio de la llegada de un nuevo miembro a este mundo suele estar lleno de parabienes.
Las razones por las que se decide ser padre pueden ser muy distintas: una llamada de la naturaleza, un escalón más en la unión de una pareja, el deseo de completarse como ser humano, ayudar a una criatura desvalida a desarrollarse, buscar un seguro contra la vejez desasistida, tener la ocasión de probar vestiditos a una criatura, el no sentirse bicho raro entre las demás parejas con prole, etcétera.
Posiblemente la razón no sea única y haya una mezcla de muchas de ellas no todas racionalizables. En cualquier caso, es un derecho que tenemos los adultos y que muchos hemos ejercido.

Pero si hay un derecho que inmediatamente se convierte en un peliagudo deber es la crianza de un vástago. No hablo de las noches en vela, de los biberones cada tantas horas, de vigilar que no se rompa la crisma cuando empieza andar, de las visitas al pediatra, de las tardes en el parque…
Hablo de mantener y educar al niño.

El aspecto de la manutención es harto paradójico: los mismos que ejercieron su derecho a la paternidad sin pedir permiso al estado, exigen luego ayudas varias en guarderías, libros escolares, deducciones de la renta, etcétera. Pero, por otra parte, el mismo estado es el que con sus pomposos discursos hace ver a esos padres que, a pesar de lo abarrotado del mundo y de la tasa del paro, tener niños es algo buenísimo para la sociedad. Y es el mismo estado el que luego racanea ayudas y mira al otro lado cuando esos niños económica, afectiva o educacionalmente no están bien asistidos por sus progenitores.
Reconozco que ambos discursos, el de los padres -pedigüeños y el del estado-Capitán Araña (hale, hale, tened niños que yo me despreocuparé de ellos) me producen cierta perplejidad y, seguro, las iras de ambas partes si tienen ocasión de leer estas modestas reflexiones.
No obstante, el amor todo lo puede y las necesidades materiales de los hijos no suelen ser desatendidas por sus padres por lo que, a trancas y barrancas, el sistema parece funcionar en ese aspecto.

Lamentablemente, no se puede decir lo mismo de las necesidades espirituales de los hijos.
Parece que, una vez la semillita de papá ha entrado en mamá, una no despreciable cantidad de progenitores se despreocupan de educar a sus hijos. Da igual que los padres sean mineros o ministros el hecho es que desde fuera, los que no tenemos ningún vínculo con su prole, observamos la desatención del espíritu.
Las más obvias normas de educación son dejadas de lado para que el niño no se traumatice. Si el niño quiere jugar al guerrero ninja en un restaurante, correteará entre mesas ajenas sin la menor reconvención de sus padres; si suspende siete asignaturas, los profesores le tendrán manía. Si Pepito le llama a Juanito tonto y Juanito le da una somanta de palos a Pepito, tengan la seguridad de que los padres de Juanito justificarán a su niño y dirán lo que del otro es mucho peor.
¿Puedo referir el caso de la madre enfadadísima porque un profesor llamó “besuga” a su hija que no paraba de incordiar? Tanta preocupación tuvo por el atropello incalificable del enseñante que olvidó vigilar a su hijita preadolescente. Al poco, a punto estuvo de fugarse con el novio.

No termino de entender las causas de tal descalabro: que una parte importante de los padres consideren que han cumplido con su misión educadora una vez que (no sin protestar por lo caros que son) le han comprado los libros de texto a los niños y le han obligado a hacer la primera comunión (no sin protestar por la pérdida de tiempo que supone ir a catequesis) resulta desconcertante cuando actitudes semejantes seguro serían criticadas del vecino.
Hace tiempo se le echaba la culpa a que España salía de una dictadura y que, por una acción de rechazo a las normas impuestas, se relajó la disciplina. Pero ese tópico ha dejado de ser cierto cuando los padres de hoy han vivido toda su vida adulta en democracia.

Cabe el triste consuelo que los niños se hacen mayores y pueden llegar a cambiar de actitud. Tengo mis serias dudas pero trataré de ser optimista y de recordar que no todos son así. Que algunos niños y jovencitos no sólo pueden llenar de orgullo a sus padres sino a quienes los conocen.

martes, 5 de mayo de 2009

Noemí


Desde que Sarko se paseó con Carla Bruni de la mano por Egipto, Silvio vivía sin vivir en sí. Seguía con su atractivo moreno primaveral, sus trajes de alta costura y su sonrisa Blanqueador Clisident. Seguía con su hermosa esposa modelo en su juventud y otrora envidia del mundo. Pero la juventud de la misma había quedado atrás. Y ahora el enano gabacho ocupaba todos los flashes con su sonrisa carismática. Y a Silvio, aprendiendo de la simpar Isabel, sólo le quedaba el conocido recurso del "Dientes, dientes" cada vez que se veía en cuadro.

Para colmo de desgracias, la ex-modelo venida a menos le salió contestona. Y lleva ya un tiempo que si mi marido es un machista por tal, que si es un mal gestor por pascual. Por si no tuviera bastante vergüenza con tener más de 50 años, encima dando que hablar por ahí del cabeza de familia.

Grandes problemas requieren grandes remedios y esto empezaba a ser ya una cuestión de imagen y liderazgo, así que parece que Silvio ha encontrado la solución. La solución se llama Noemí Letizia, sí, así escrito, que parece que la z está de moda o tal vez es que la z era italiana desde el principio. Es Noemí una aspirante a modelo y actriz como tantas otras, si no se hubiese cruzado en su camino igual en cinco años la proponía para las listas europeas. Una chica muy mona y maciza, aunque desde luego no es Carla Bruni aunque sea italiana. Tal vez con los años adquiera esa clase que, como bien me dijo alguien una vez, ahora no necesita pero que sí necesitará con la edad de la Bruni. Aunque lo dudo. Se trata de una mujer cuya madre pasea orgullosa por los platós desde que trascendió que llama "papi" a Silvio. Sin afirmar pero sin desmentir. Si la clase se hereda desde luego la chica lo tiene difícil.

Noemí cumplía 18 años cuando el Papi le ha regalado el collar que ha desatado la noticia, hace una semana. He aquí el dato que consigue que Silvio pueda mirar a Nicolás a la cara cuando le vea, incluso que pueda mirarlo por encima del hombro como ya hacía antes, a pesar de las calzas. Porque si Papi le ha regalado el collarcito del brillante con la connivencia paterna en el 18 cumpleaños, todos podemos deducir que se conocen antes de que la futura modelo de éxito fácil fuera mayor de edad.

...

Desde que Sarko se paseó con Carla Bruni de la mano por Egipto, Vladimir vivía sin vivir en sí. Y ahora tenemos que Berlusconi le lanza un órdago a pares y juego. Putin, te lo han puesto difícil.