miércoles, 15 de diciembre de 2010

El profesor Lurie y el deseo


El penúltimo libro que he leído, ese que no pude compartir en el club de lectura porque me lo perdí, tiene por tema el deseo. Y al prepararme el comentario que no hice pensé bastante sobre ello. Que para eso es el club.

Amor y deseo. Un compañero de instituto nos explicó un día (estaba bastante borracho) que él no podía masturbarse pensando en la chica de la que estaba enamorado. Que todo iba bien, a toda marcha, mientras imaginaba que estaba con la tipa de la revista o del cartel publicitario, pero que en cuanto pensaba en aquella a la que quería sentía que la utilizaba o ensuciaba y, simplemente, físicamente, no podía. Digamos que decaía. La deseaba, pero para algo bello.

Creo que esa era su definición de amor.

Deseo y amor. Conozco mucha gente que es capaz de enamorarse a primera vista o con poco conocimiento. Pero, ¿qué sería de ese sentimiento sin deseo? ¿Surgiría? ¿Es eso amor?

Amor y deseo. Cuando una mujer gusta a un hombre, éste desea verle los pechos. Refunfuñará ante los desnudos que no lo son. Cuando la ama, desea verle un hombro. Una inocente postura es sensual o sexy. Un hombro despierta ternura, cariño, sentimiento... y después, deseo.

Creo que eso es una definición de amor.

Deseo y amor. En una tertulia ligera de la radio, un día una sucesora de la señora Francis contestaba a una oyente que el problema no era si su marido pensaba en otra mientras hacían el amor. El problema sería si pensaba en otra mientras limpiaba el coche o se ponía una cerveza. Yo creo que ambas cosas demuestran un problema, pero entiendo el punto de la señora Francis junior.

Pensar en esa persona mientras friegas los platos. Creo que eso es una definición de amor.

Para el protagonista de Desgracia, el deseo era el amor y por él se movía. Y aunque por supuesto tenía un componente sexual importantísimo, no se trataba de un deseo puramente primario. No empatizamos mucho el protagonista y yo.

Para el profesor Lurie, esa era su definición de amor.

Amor y deseo. Y tú, ¿en quién piensas mientras haces el amor?

jueves, 9 de diciembre de 2010

Mario, para lo único que tú sirves es para escribir



"Me gustaría que mi madre estuviera aquí, ella que solía emocionarse y llorar leyendo los poemas de Amado Nervo y de Pablo Neruda, y también el abuelo Pedro, de gran nariz y calva reluciente, que celebraba mis versos, y el tío Lucho que tanto me animó a volcarme en cuerpo y alma a escribir aunque la literatura, en aquel tiempo y lugar, alimentara tan mal a sus cultores. Toda la vida he tenido a mi lado gentes así, que me querían y alentaban, y me contagiaban su fe cuando dudaba. Gracias a ellos y, sin duda, también, a mi terquedad y algo de suerte, he podido dedicar buena parte de mi tiempo a esta pasión, vicio y maravilla que es escribir, crear una vida paralela donde refugiarnos contra la adversidad, que vuelve natural lo extraordinario y extraordinario lo natural, disipa el caos, embellece lo feo, eterniza el instante y torna la muerte un espectáculo pasajero."

El discurso de Mario Vargas Llosa a la entrega del Nobel es una pequeña maravilla. Un canto a la literatura y su belleza, y también a la libertad frente a los totalitarismos y los integrismos religiosos o de cualquier tipo. A ratos emociona. También está en youtube, dónde se aprecia que a ratos emociona al autor.

En apenas 12 páginas, don Mario nos explica cómo se puede ser demócrata convencido; Cómo se puede ser patriota sin ser nacionalista ni renunciar a vivir como en casa en cualquier lugar del mundo. Cómo se puede amar como Ahora durante 45 años, aunque parezca imposible. Cómo se puede recordar y vivir. Y en apenas 12 páginas, don Mario nos demuestra que este premio está bien entregado, con su manera de expresar y de escribir. Cómo el retraso no estaba justificado.

A pesar de los momentos de sequía, y a pesar de que me temo que yo, al contrario que él, no sirvo, el discurso de Mario Vargas Llosa me ha animado a volver a escribir en el blog, meses después. También puede haber influído la sensación de renacer el Ahora. Aunque ciertamente nunca se fue, pero hoy lo siento con fuerza. Pero esa es otra historia que será contada en otra ocasión... o no.

PD: El discurso completo