lunes, 30 de marzo de 2009

Púnicas


Siendo yo una niña muy niña, había (y aún hay) en casa de mis padres una historia de Salamanca en viñetas. Como Aníbal pasó por allí a que repostaran los elefantes en el Tormes la referencia era necesaria. La viñeta que quiero recordar representa el mapa de la Europa Oeste. Anibal montado en un tocho-elefante a la altura de los Alpes amenaza Roma (a esa escala el animal ocupaba de Niza a Milán). Y mientras, un avispado Escipión tomaba impulso con una pértiga apoyada en Córcega y el final del arco del salto marcaba que llegaría aquí rápidamente. El romano decía "mientras estos dan el rodeo yo me planto en la península Ibérica y a partir de ahora los niños hispanos tendrán que estudiar latín en el bachillerato".

Un solo dibujo de apenas 10x10 cm de tamaño fue la primera noticia que tuve de las guerras púnicas en mi vida. Un dibujo realmente bien ideado que resume muy bien el asunto: Dos imperios todopoderosos en la época. Los cartagineses llevaban la iniciativa, los cartagineses fueron más osados, los cartagineses tenían en jaque a Roma por tierra. Lo que se dirimía en aquellas guerras era el futuro de Europa y una cultura a heredar que marcaría el continente para milenios. Los romanos eran muy superiores por mar, con rápidos barcos dado su gusto por la ingeniería de guerra. Y cuando pensaban tenerlo todo muy perdido surge la idea genial del ataque envolvente, se la juegan usando sus mejores armas y vencen.


Tras esto hubo otra guerra púnica, pero ya era el final. Cartago desaparece en la ira del vencedor cuya victoria le ha salido tan cara. Una pena, un viaje a Túnez, que podría cautivarme, sin poder pulsar cómo era aquella cultura no me motiva por nada. Y la península Ibérica pasó a ser las provincias Hispanas del Imperio Romano. Empezando por la fundación estrella del imperio caído, su niña bonita, la base de operaciones.


Para que luego me vengan hablando de memoria histórica, que diría su último hijo predilecto.


Este fin de semana conoceré Cartagena. No hay tampoco restos cartagineses allí, pero tengo otras motivaciones.

jueves, 26 de marzo de 2009

Ayer y hoy



Ayer, hace unos treinta años, viajamos hacia Andalucía. Mi padre conducía un Seat 124 y mi tío un Seat 600.
Hoy, mis cuñados conducen coches coreanos o suecos.
Ayer, mi madre llevaba a mi hermana pequeña en brazos en el asiento delantero. No había cinturones de seguridad. Éramos once para dos coches.
Hoy los coches tienen cinturones para todos los ocupantes además de airbag. Tres ocupantes en el asiento trasero nos parece una tremenda incomodidad.
Ayer eran los guardias los que te paraban si excedías la velocidad. Hoy la multa llega a casa y te fotografía un radar con un reloj interno que discrimina hasta la milmillonésima de segundo.
Ayer era difícil adelantar por una carretera general llena de camiones. Hoy se va en autovía y se tarda la mitad de tiempo.
Ayer, la única manera de aliviar el calor era abriendo las ventanas del coche. Hoy se usa el aire acondicionado.
Ayer, cuando nos aburríamos durante el viaje, jugábamos al veo-veo. Hoy sacamos la Nintendo DS y echamos unas carreras o matamos marcianos.
Ayer, cuando queríamos parar tomar un café durante el viaje, el que iba delante lo indicaba con el intermitente o con algún gesto de la mano. Hoy nos llamamos con el móvil.
Ayer nuestros padres cuidaban de nosotros. Hoy cuidamos de nuestros hijos.
Ayer estaban ellos; hoy faltan algunos y nuestra familia ha crecido.
Ayer era raro ver a una persona de otra raza; hoy mis sobrinas son de otra raza.
Ayer no sabía muy bien qué sería de mi futuro; hoy ya tengo más pasado que futuro.
Ayer temía una guerra nuclear; hoy se teme al calentamiento global. Ayer y hoy el hambre mata más que las guerras o las catástrofes ecológicas.
Ayer se hablaba de que podríamos votar; hoy nos da pereza votar porque casi todos nos parecen lo mismo.
Ayer llegábamos a las ciudades y nos perdíamos porque nuestros padres no preguntaban. Hoy nos perdemos porque el GPS no funciona bien.
Ayer éramos felices viajando. Hoy también.

Repartiendo


Almudena Grandes nació en 1960, por lo que desde luego no es estudiante LOGSE. Así se entiende que le explicaran bien aquello de que no se pueden sumar peras y manzanas y de que hay que poner siempre las unidades en las cuentas en una época en la que enseñar esas cosas se consideraba importante.

Al ser una escritora que vive de su trabajo como tal su inclusión en las firmas como intelectual tiene su justificación. Es una intelectual culta y comprometida, por lo que firmar estos manifiestos es común en ella.

La señora Grandes recibió un día un mail revelador. Decía lo siguiente:

El planeta tiene 6.700 millones de habitantes; si se dividen los ’sólo’ 700.000 millones de dólares entre los 6.700 millones de personas que habitan el planeta, equivale a entregarle 104 MILLONES DE DOLARES A CADA UNO.

Esto corroboraba sus ideas progresistas sobre lo malos que son los bancos y lo bueno que es el reparto justo. Nada más verlo se acordó de sus tiempos de escolar y de repente aquello que le hacía confundir a su profesor de matemáticas con un frutero cobró sentido:

700000 Peras / 6700 Peras = 104 Peras.

Y doña Almudena publicó el correo en su artículo semanal en el País. Ese artículo aparece hoy en día en la versión digital con una disculpa y una fe de erratas. Entre otras cosas, porque otra columnista del periódico, Rosa Montero, ya hacía referencia a ese mail tan sólo una semana antes explicando cómo no era correcto.

Y es que millones no es una unidad, es una palabra que sustituye a unos cuantos ceros. Así que, tachando ceros...

700000000000 Euros / 6700000000 Euros = 104 Euros.

Alguien le hace saber la pifia a la señora Grandes y ésta publica una disculpa en el mismo diario. La disculpa va dirigida principalmente a los lectores de ciencias y en ella indica que siempre suspendió matemáticas. No me extraña, estudió en una época en la que las palabras "adaptación curricular" sonaban a cachondeo y se suspendía si no se sabían las cosas.

Todo esto me apena muchísimo. Me parece muy triste que...

... Una mujer que es considerada muestra de lo que es ser culta en este país no sepa dividir. Pues claro, la cultura es sólo "saber de ciencias humanas" y los de números no somos nada cultos. No sé porqué me extraño de esto si siempre ha sido así. Niveles equivalentes de conocimiento se consideran necesarios para ser culto o algo muy difícil. Dividir es una ciencia al nivel de estudios de 8 ó 9 años. A los de ciencias se nos acusa de incultos por confundirnos en las declinaciones latinas, nivel de 15 años y ya bachillerato (y lo somos, conste). Y como no es de ser culta sino de confundirse en algo complicado y marginal, pide disculpas a sus lectores de ciencias, que alguno habrá tan culto que la lea.

... Alguien que se considera enterada de la actualidad y que escribe en el periódico de información general de mayor tirada no lee a sus compañeros.

... Una defensora de los derechos de autor aprovecha un mail de un anónimo que lo regala para fundar en él un artículo.

... Una periodista considerada seria no contrasta sus fuentes antes de publicar.

... Todo esto es aplicable a demasiada gente. No quiero exactamente personalizar, doña Almudena sólo es mi cabeza de turco. El e-mail de marras me lo reenvía alguien casi una vez por semana desde que me llegó la primera vez. Ya se han hecho presentaciones, videos, versiones con las cifras de la economía española...

... Somos capaces de creer que si todos los habitantes de la Tierra tuvieran 100 millones todos serían ricos. Tampoco sé porqué me extraño de esto. Ana Belén declaró una vez que ella sí era de izquierdas aunque tuviese un Mercedes porque la aspiración era que todo el mundo tuviese un Mercedes. El problema que veo al asunto es quién va a levantarse a las 6 de la mañana para ir a la fábrica a hacer Mercedes si todos tenemos 100 millones de euros y queremos vivir como los que los tienen en la actualidad. Ahora mismo todos ganamos una cantidad de dinero con el que nuestros abuelos hubiesen sido riquísimos, y no lo somos, ¿estamos de acuerdo? Pues es lo mismo. El capitalismo genera desigualdad económica como base para su supervivencia como sistema. No se puede ser burgués y comunista, del mismo modo y por la misma razón que no se puede adorar a Dios y al dinero.

... Tanta gente puede creerse que a ningún político del mundo se le habría ocurrido semejante obviedad, cegados o comprados todos los gobernantes por la todopoderosa banca. Una intelectual socialmente comprometida está entre ellos. ¿Realmente esta es la confianza en el sistema? Y si es así, ¿por qué no nos rebelamos?