lunes, 20 de mayo de 2013

Tendencias de Barcelona

Me acerqué a Barcelona por primera vez por motivos de trabajo. A mi compañera y a mí nos alojaron en un hotel céntrico, pero se trataba del mismo lugar donde iba a realizarse nuestro simposio y la agenda era tan apretada que ninguna de las dos tenía grandes ilusiones de poder hacer turismo. Se trataba de un viaje exprés en el que apenas habría tiempo de conocer la ciudad. 

Para turismo no habría tiempo, pero mi entrenamiento... mi alma runner no puede pasarse dos días sin hacer una salida. Para el que no lo sepa, un corredor, por novato que sea, cuando se plantea un viaje lo primero que mete en la maleta son sus zapatillas para correr, el resto siempre es secundario. No importa que tan sólo sea capaz de trotar media hora apenas más rápido que un caminante o que lleve cinco maratones a sus espaldas. Tampoco que tras un día agotador de reuniones y conferencias nos esperase un segundo igualmente completo. El amanecer lo vi calzándome y dispuesta a soltar adrenalina aunque tan sólo fuera por los alrededores del hotel. 

 La ciudad se despertaba a mi alrededor, y mezclándose con mis pisadas por la acera oí los sonidos de la madrugada, unos primeros coches, alguien a buen paso hacia el metro. Nada especial en realidad... ¿o sí? El edificio de la derecha me abrazó, a la izquierda un rayo de sol alumbró una estructura de formas especiales. Y entonces me di cuenta de que Barcelona iba a ser diferente a cualquier otra ciudad. Me dejé llevar por la carrera y me fui adentrando entre los edificios modernistas, los colores y las formas. No sabía por donde pasaba ni qué me esperaba, así que la sorpresa saltaba al volver cada esquina. Calles ordenadas en cuadrícula, un edificio con formas redondeadas, una calle jalonada de escaparates de última moda, una maravillosa catedral que no es tal, un paseo donde pisé nada menos que el sello de Miró para terminar viendo el mar. No sé con qué quedarme, toda la ciudad marca tendencia. 

Volví al hotel con el tiempo justo de ducharme y prepararme para el duro día, pero con energías renovadas. Barcelona me había permitido un momento de paz en medio del estrés. No sé cuándo podré volver para degustarla calmadamente. Tal vez para el maratón de la ciudad. 

(Entrada para el concurso 5BarcelonaPoints de BarcelonaPoint, lista para volver a Barcelona con ellos :) )

domingo, 6 de febrero de 2011

El Marqués de Salamanca


Ilustrísimo Señor del Bosque,

Vaya por delante mi enhorabuena por la última distinción alcanzada por usted, honorífica sin lugar a dudas pero no por ello exenta de significado. Dice la tradición que los reyes otorgan este título a las personas que se distinguían por haber colaborado en la defensa de las marcas, es decir, de las fronteras del reino. Pues de ahí el Marqués era el señor que, teniendo tierras en la zona fronteriza, luchaba en la guerra en primera linea por defenderlas de los ataques enemigos. Así que hoy en día, momento en el que afortunadamente nuestro país no libra otras batallas que las deportivas, el título está escogido con brillantez y no al azar. Una demostración más de que el otorgante, es decir, el Rey, tiene mucha más cabeza y sentido del que muchos quieren reconocerle. Cosa que por otra parte ya demostró sobradamente en la transición. En cualquier caso, en su cargo en parte está el ganárselo cada día, y sus detractores jamás repararán en detalles como éste.


Me desvío. Le he escuchado decir, con su habitual modestia, que opinaba que el título debía ser un reconocimiento colectivo al trabajo de la selección. Discúlpeme pero en ese punto debo contradecirle. El marquesado se le concede al señor de los ejércitos, al director del éxito. Del mismo modo que en el pasado se otorgaba al capitán valiente que defiende la muralla el día frío, no al soldado raso que hacía el trabajo sucio. Tampoco al anterior general, que tal vez puso la primera piedra dejando fuera a Raúl y trayendo medio Pep-Team pero que no tuvo el coraje de afrontar la continuidad, ni la gallardía de defender a Busquets (permítaseme el símil, quería decir que no fue el que estuvo con el ejército en las batallas decisivas de la Gran Guerra por orgullo y autocomplacencia) por más que luego quisiera otorgarse los méritos.

Una persona como usted, que no acostumbra a defenderse de los ataques dialécticos, que no deja aflorar su ira, que ni siquiera mostró enfado ni descontento cuando ese millonario venido a más le hizo el tremendo desplante de despedirle por feo, nunca reconocerá estos extremos. Permítame que, humildemente, lo haga por usted, con el único derecho que me otorga el sentirme orgullosa de un paisano por mostrar cómo somos en nuestra tierra, o cómo deberíamos ser: fríos, secos, trabajadores callados, humildes, sosos, feos, pero batalladores silenciosos, duros y sinceros. Me imagino que aquél rico burgués sin más mérito que su arrogante cantidad de dinero debe estar tirándose de los pelos: Un club que presume de señor como el Madrid despreció a un marquesable (¡con lo que viste eso!) porque prefiere un estilo chulopiscinas que impera ahora. Con su pan se lo coman, pienso yo. Apuesto a que usted se lo toma con otra calma y flema. También por eso lo admiro.

El más conocido Marqués de Salamanca, que da nombre a un barrio de Madrid de solera y posición, no nació allí, sino en Málaga. No vivió en el distinguido barrio que fundase, sino en el modesto Carabanchel. Le fue concedido el título por su aportación en obras públicas, y murió pobre y no tan reconocido como otros de su alcurnia. La Historia es la que le recuerda. Creo que esta lección usted, persona cabal, modesta, siempre tratando de situarse en segundo plano, ya la conoce bien, pero muchos deberíamos apuntárnosla.

No le queda grande el título, ilustrísimo señor, pero no se lo llamaré más. A usted no le gustaría.

Mis respetos, admiración y enhorabuena


Condesa de la Fere (pero sólo por matrimonio, y ni eso. Los títulos que valen son los que se gana uno, sea rey, marqués o villano).

miércoles, 26 de enero de 2011

Necesito amor


No quiero alguien que me necesite.

No quiero alguien que no pueda vivir sin mí, que no tenga capacidad por sí mismo. No quiero alguien al que no le importe lo que yo haga o lo que yo soy, porque haga lo que haga eso no variará lo que siente. No quiero ser una droga para nadie, no quiero ser el chute diario a toda costa.

No quiero un perro faldero. No quiero alguien que sea fiel ante todo. No quiero alguien al que poder olvidarme de sacar a la calle, no quiero acordarme porque venga lloroso a mis pies a suplicar su árbol diario. No quiero alguien al que apalee y sumiso pase a hacer lo que yo quiera.

No quiero alguien que responda a mis exigencias. No quiero alguien que con tal de no perderme, del miedo a estar sin mí, esté dispuesto a perder todo lo demás. No quiero alguien que vea la vida a través de mis ojos para asegurarse de que así me conservará.

Peor aún. No quiero alguien que me necesite pero piense que no es así. No quiero alguien que se apoye en mí continuamente, pero que no se dé cuenta. No quiero alguien que se sienta independiente pero ni recoja las cartas del buzón ni se preocupe de buscar mi compañía. No quiero alguien que no me reconozca.

Quiero alguien que tenga su vida, que busque un complemento y me ponga en ella. Quiero alguien que distinga lo que hago en cada momento y lo que soy, y que le guste lo que distingue cada día más. Quiero alguien que me paladee como a un buen vino, disfrutándolo, sabiendo que querrá otra copa inmediatamente tras terminar esta, que el día que no haya buen vino odiará la cerveza, pero que vivirá con ella y su amargor.

Siempre preferí a los gatos. Que no están cada vez que quieres. Que no te requieren hasta para orinar. Que salen por los tejados y vuelven a casa porque es donde están a gusto, que eligen. Que no aceptan una orden incoherente. Que pueden estar horas recibiendo caricias y horas ronroneándote en las rodillas, acompañándote en la lectura. Y que lo hacen porque quieren.

Quiero alguien que sea una persona. Que tenga sus necesidades y las exprese. Que esté dispuesto a todo por mí, salvo a perder su identidad. Quiero que vea la vida con sus propios ojos, y que su mirada se dirija a mí casi siempre, porque es donde quiere mirar.

Mejor aún. Quiero alguien que comparta obligaciones y deberes, que busque mi apoyo y que me apoye. Quiero alguien que sea responsable de la relación tanto como yo. Para lo bueno y para lo malo.

No quiero alguien que me necesite. Quiero alguien que me quiera.

Ahora mismo soy afortunada.

Recuerda que la mejor relación es aquella en la que el amor por cada uno excede la necesidad por el otro.
Dalai Lama

miércoles, 15 de diciembre de 2010

El profesor Lurie y el deseo


El penúltimo libro que he leído, ese que no pude compartir en el club de lectura porque me lo perdí, tiene por tema el deseo. Y al prepararme el comentario que no hice pensé bastante sobre ello. Que para eso es el club.

Amor y deseo. Un compañero de instituto nos explicó un día (estaba bastante borracho) que él no podía masturbarse pensando en la chica de la que estaba enamorado. Que todo iba bien, a toda marcha, mientras imaginaba que estaba con la tipa de la revista o del cartel publicitario, pero que en cuanto pensaba en aquella a la que quería sentía que la utilizaba o ensuciaba y, simplemente, físicamente, no podía. Digamos que decaía. La deseaba, pero para algo bello.

Creo que esa era su definición de amor.

Deseo y amor. Conozco mucha gente que es capaz de enamorarse a primera vista o con poco conocimiento. Pero, ¿qué sería de ese sentimiento sin deseo? ¿Surgiría? ¿Es eso amor?

Amor y deseo. Cuando una mujer gusta a un hombre, éste desea verle los pechos. Refunfuñará ante los desnudos que no lo son. Cuando la ama, desea verle un hombro. Una inocente postura es sensual o sexy. Un hombro despierta ternura, cariño, sentimiento... y después, deseo.

Creo que eso es una definición de amor.

Deseo y amor. En una tertulia ligera de la radio, un día una sucesora de la señora Francis contestaba a una oyente que el problema no era si su marido pensaba en otra mientras hacían el amor. El problema sería si pensaba en otra mientras limpiaba el coche o se ponía una cerveza. Yo creo que ambas cosas demuestran un problema, pero entiendo el punto de la señora Francis junior.

Pensar en esa persona mientras friegas los platos. Creo que eso es una definición de amor.

Para el protagonista de Desgracia, el deseo era el amor y por él se movía. Y aunque por supuesto tenía un componente sexual importantísimo, no se trataba de un deseo puramente primario. No empatizamos mucho el protagonista y yo.

Para el profesor Lurie, esa era su definición de amor.

Amor y deseo. Y tú, ¿en quién piensas mientras haces el amor?

jueves, 9 de diciembre de 2010

Mario, para lo único que tú sirves es para escribir



"Me gustaría que mi madre estuviera aquí, ella que solía emocionarse y llorar leyendo los poemas de Amado Nervo y de Pablo Neruda, y también el abuelo Pedro, de gran nariz y calva reluciente, que celebraba mis versos, y el tío Lucho que tanto me animó a volcarme en cuerpo y alma a escribir aunque la literatura, en aquel tiempo y lugar, alimentara tan mal a sus cultores. Toda la vida he tenido a mi lado gentes así, que me querían y alentaban, y me contagiaban su fe cuando dudaba. Gracias a ellos y, sin duda, también, a mi terquedad y algo de suerte, he podido dedicar buena parte de mi tiempo a esta pasión, vicio y maravilla que es escribir, crear una vida paralela donde refugiarnos contra la adversidad, que vuelve natural lo extraordinario y extraordinario lo natural, disipa el caos, embellece lo feo, eterniza el instante y torna la muerte un espectáculo pasajero."

El discurso de Mario Vargas Llosa a la entrega del Nobel es una pequeña maravilla. Un canto a la literatura y su belleza, y también a la libertad frente a los totalitarismos y los integrismos religiosos o de cualquier tipo. A ratos emociona. También está en youtube, dónde se aprecia que a ratos emociona al autor.

En apenas 12 páginas, don Mario nos explica cómo se puede ser demócrata convencido; Cómo se puede ser patriota sin ser nacionalista ni renunciar a vivir como en casa en cualquier lugar del mundo. Cómo se puede amar como Ahora durante 45 años, aunque parezca imposible. Cómo se puede recordar y vivir. Y en apenas 12 páginas, don Mario nos demuestra que este premio está bien entregado, con su manera de expresar y de escribir. Cómo el retraso no estaba justificado.

A pesar de los momentos de sequía, y a pesar de que me temo que yo, al contrario que él, no sirvo, el discurso de Mario Vargas Llosa me ha animado a volver a escribir en el blog, meses después. También puede haber influído la sensación de renacer el Ahora. Aunque ciertamente nunca se fue, pero hoy lo siento con fuerza. Pero esa es otra historia que será contada en otra ocasión... o no.

PD: El discurso completo

viernes, 23 de abril de 2010

23 de Abril


Aunque no salga en el telediario junto con las entregas de libros y rosas, hoy, 23 de Abril, se celebra la fiesta de Castilla y León.

En 1517 Carlos I (nieto de los Reyes Católicos e hijo de Juana la Loca, nacido y educado en Flandes) es nombrado rey de España. Cuando llegó a nuestro país no hablaba castellano, subió impuestos y nombró una mayoría de consejeros flamencos. Ya en 1519 es elegido emperador de Alemania, y para costear el viaje necesita recaudar fondos de Castilla. Ese fue el detonante de la rebelión que estalla en Toledo y se extiende por varias ciudades españolas (Burgos, Cuenca, Guadalajara, Salamanca, Segovia, Valladolid, Zamora…) No deja de ser una revuelta, y el 23 de abril de 1521 las tropas imperiales vencieron al ejército comunero e hicieron prisioneros a los cabecillas de la rebelión, Padilla, Bravo y Maldonado, que fueron decapitados en la plaza de Villalar el 24 de abril de 1521, y fin de la historia.


Cuando nadie en la Península tenía todavía conciencia de País ya existía Castilla, típicamente feudal con sus fronteras cambiantes, en dónde se rendía pleitesía de forma jerárquica (a cambio de favores o por la fuerza según cuadrara) de vasallo a señor hacia arriba llegando al Rey. Fue en nombre de Castilla por ejemplo el descubrimiento de América, concretamente para el Rey de Castilla.

Castilla y León tiene la bandera más antigua de toda Europa. Es una comunidad de vas y vienes y continuas luchas por un palmo de terreno duro y frío, seco. Así somos sus habitantes, secos y fríos, hechos al clima. A pesar de toda esa Historia ninguna de las comunidades castellanas es reconocida como Comunidad Histórica. ¿Por qué? ¿Porque no hablamos otra lengua distinta de la española? ¿Porque su evolución histórica ha ido de la mano de la de la nación global a partir del, pongamos, 1513?

El episodio de los Comuneros es uno más de esa Historia rica en dimes y diretes en los que cada trocito de tierra ha sido León, Castilla, Tierra Mora, Castilla y León, Portugal, Zamora, España. En un momento en el que España estaba naciendo los castellanos lucharon por seguir siéndolo y no venderse a los extranjeros. Estaban oprimidos y se levantaron. Perdieron, pero la guerra valió a Carlos I para darse cuenta de que gobernaba a un tipo de personas y que debía de utilizar unos parámetros muy diferentes para ellas a los que estaba acostumbrado. Carlos I se “españolizó”, no a la fuerza pues no fue derrotado, pero sí por la forma de ser de unas gentes. Ahí están para demostrarlo su catolicismo frente a los príncipes protestantes (y todas las guerras sucesivas mezclando religión y política), que sigue viviendo en Castilla en vez de en Austria y otros etcéteras. Al final Castilla se quedó con el rey flamenco y el rey flamenco se hizo castellano.


Hay mucha polémica con la elección del día. Si a alguien se le ocurre otro momento para representar la comunidad de Castilla y León que me lo diga, yo lo he pensado y no se me ocurre ninguno mejor entre otros similares. Pero, como un episodio más de la historia castellana, el día se escogió con sin consenso, disgregando a los habitantes de nuevo. Se tomó casi como símbolo de sublevación al rey en el siglo XX, por los de a favor y por los de en contra de la elección. Y eso hace que los castellano-leoneses en su conjunto no lo acepten, y hoy en Villalar apenas habrá representación pública oficial, y las mil o poco más personas que se acerquen tendrán casi todas banderas republicanas o con la hoz y el martillo para recordar, no lo olvidemos, una sublevación de señores feudales y no del pueblo.


Y apenas se verá ninguna bandera con dos torres, dos leones, cuartelada en campo de gules y plata, la más vieja de Europa. Ninguneados hasta por nosotros mismos, por eso hoy en los telediarios salen libros y rosas. Preciosísima tradición, por cierto, digna de ser exportada por unos y aprendida por otros.

lunes, 5 de abril de 2010

Viva la Pepa


Hace 10 meses escribía una bonita, dulce y educativa entrada en el blog sobre lo servicial de los bancos y las comodidades que nos dan para realizar esas pequeñas gestiones que debemos hacer pero que pueden llegar a ser un pelín engorrosas. Aquí la prueba escrita.

Bien. Damas y caballeros, ha llegado el momento en que el Ayuntamiento de Madrid me notifica que, un año después, debo volver a pagar mi impuesto de circulación. Y, os lo juro por Arturo, no está domiciliado.

Como diría otro Arturo (que es Don), del que me acuerdo cada vez que me presento aquí cabreada, no sé si comenzar a blasfemar en arameo o en lo que se tercie (no creo que tenga tanto caché como para que me escriba afeándome un notario de Pamplona) o directamente ciscarme en los muertos de los banqueros. En todos, uno a uno. Que tras 7 sucursales no tenga domiciliado el pago no es incompetencia, ni desidia, ni problema informático. Es directamente mala fe, abuso de autoridad y muestra de soberbia.

La opción barajada el año pasado se me ha vuelto a pasar por la cabeza sin acordarme de que ya lo había dicho entonces: Coger un bidón de gasolina e ir sucursal a sucursal haciendo una bonita pira. Pero tal y como era de prever la gasofa ha subido (y lo que le queda) y al final no compré el bidón entonces. Y, ¿para qué me iba a valer? La mitad de las sucursales estarán cerradas en breve. Así que no me queda más que respirar hondo, cruzar los dedos por poder hacerlo por Internet que el IBI funcionó muy bien, y relajarme: Conseguir tal vez el último de Don Arturo y empaparme bien del asedio de Cádiz y cómo se engendró el embrión de nuestra primera Constitución.

Aquí la muestra de lo que ha quedado del alma española revolucionaria: Tanta gente que luchó gritando ¡Viva la Pepa! y peleó contra el aborto de aquél embrión, que aquél embrión sí que era democracia ya desde el momento de ser engendrado (espero que captéis la sutileza del juego de palabras) para que ahora mismo dejemos pasar EREs, subidas de sueldos de altos cargos con puestos bien blindados, mangancias de políticos de todo pelaje y condición, burbujas, trapicheos, 4 millones y medio de parados y que los bancos nos enseñoreen con derecho de pernada con, como mucho, una pataleta por Internet. Si es que nos merecemos lo que tenemos, pardiez. Ahora vienen los fanfarrones a tirar bombas y no sólo les agradecemos el pepinazo sino que les hacemos a ellos el tirabuzón y lo que haga falta. Donde usted desee, señor, por supuesto, a mandar.