martes, 15 de septiembre de 2009

Se alquila local


Hasta ahora y desde que empezó la crisis, en mi barrio sólo había cerrado un tipo de negocio: Las inmobiliarias. Tengo unos 6 o 7 minutos andando del metro a casa y en un año han cerrado el 100%, es decir, cuatro. Pero claro, el mero hecho de que hubiera cuatro en tan corto trayecto ya era un indicativo. Del mismo modo lo era el que cuando llegué al barrio, hace siete años, no hubiera ninguna de las cuatro. Así que negocio que el pelotazo trajo, negocio que el pelotazo se llevó. No hay pena ni dolor.

Con la llegada de Septiembre puedo contar la primera caída efectiva: Me han cerrado el super de la esquina.

Se trataba del típico establecimiento de siempre. Me lo imagino hace años (el barrio tiene solera para ello) como una tienda de ultramarinos de las de toda la vida, el tendero con delantal a rayas verdes y negras atendiendo a las señoras de las que se sabe el nombre y las notas de sus hijos. El negocio es próspero y va a más y el tendero se adapta a los tiempos. Reforma el local y crea un mini-supermercado, con tres o cuatro pasillos, carnicería y frutería separada y zona de congelados. Contrata a una cajera y a dos o tres empleados para cada uno de los puestos personalizados. Y la antigua tienda de ultramarinos pasa a ser un negocio moderno.

Ciertamente que se contará este cierre como uno de los provocados por la caída del consumo por la crisis, debido a las fechas en las que se produce, pero, ¿realmente cierra por ello, o se ha tratado tan sólo del último empujón hacia un precipicio al que se acercaba ya desde hace tiempo?

El problema que veo es que con el cambio el negocio no había ganado lo que esperaba y sí había perdido lo que tenía. Había perdido la cercanía de la tienda de barrio que busca mucha gente mayor, y no había ganado nada por lo que pudiera atraer a la clientela nueva. Hablamos de una tienda que me pillaba a menos de un minuto de casa, y a la que podía bajar con el chándal de trapillo que se usa en ella. Aún así, tan sólo habré comprado allí quince o veinte veces en siete años, y siempre compras de última necesidad o caprichos de según pasas por delante para merendar al llegar.

El negocio creía haberse adaptado a los tiempos porque se había hecho un autoservicio, pero el precio era prohibitivo comparado con los dos o tres supermercados de cadena que hay a menos de 10 minutos a la redonda. He llegado a ver el litro de aceite de marca al poco menos doble que en el DIA. En el DIA además se puede optar por la marca blanca, lo que hace que lo comprase a menos de la mitad. Una vez tuve que bajar a comprar botellitas de agua mineral. Me cobraron, la más barata, al mismo precio que la máquina expendedora del trabajo (obviamente en la máquina de la estación de Atocha está más cara).

Un modo de mantener un negocio con esos precios es dando algún otro valor añadido. Los negocios chinos que han crecido a su alrededor son mucho más feos, igualmente poco cercanos y sólo un poco más baratos. Pero claro, al chino puedo bajar para un olvido a las 10 de la noche. A esa hora el precio importa bastante menos ante la necesidad. Un negocio que abre en el horario comercial tradicional corto, esa necesidad tampoco la cubre. Yo al salir de casa lo veo cerrado, y muchas veces por mi horario llegaba y ya estaba cerrado de nuevo.

En definitiva, ha cerrado un negocio que, creyendo ser moderno, estaba obsoleto. Al menos en mi barrio, la crisis de momento se está llevando a los más débiles.

La cajera que me atendía dejando un momento su libro y con una sonrisa me ayudó este invierno cuando me caí resbalando con una hoja en la escalera de la tienda, por fuera. Salió y estuvo conmigo hasta que llegó la ambulancia. Me recogió los papeles que llevaba. A los dos días de volver fui a comprar a la tienda, unas patatas fritas, sólo para saludarla y agradecerle. Espero que encuentre trabajo pronto, aunque en el nuevo no pueda leer la Catedral del Mar.

1 comentario:

  1. Pues según cómo está la cosa lo va a tener complicado...

    En Salamanca están cerrando muchas tiendas de las que en principio no son débiles. Han cerrado incluso algunos establecimientos hosteleros (de los que vive la ciudad), aunque, claro, ha llegado un momento que había saturación...

    El caso es que la cosa está como para que te echen y ponerte a buscar...

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