lunes, 5 de abril de 2010

Viva la Pepa


Hace 10 meses escribía una bonita, dulce y educativa entrada en el blog sobre lo servicial de los bancos y las comodidades que nos dan para realizar esas pequeñas gestiones que debemos hacer pero que pueden llegar a ser un pelín engorrosas. Aquí la prueba escrita.

Bien. Damas y caballeros, ha llegado el momento en que el Ayuntamiento de Madrid me notifica que, un año después, debo volver a pagar mi impuesto de circulación. Y, os lo juro por Arturo, no está domiciliado.

Como diría otro Arturo (que es Don), del que me acuerdo cada vez que me presento aquí cabreada, no sé si comenzar a blasfemar en arameo o en lo que se tercie (no creo que tenga tanto caché como para que me escriba afeándome un notario de Pamplona) o directamente ciscarme en los muertos de los banqueros. En todos, uno a uno. Que tras 7 sucursales no tenga domiciliado el pago no es incompetencia, ni desidia, ni problema informático. Es directamente mala fe, abuso de autoridad y muestra de soberbia.

La opción barajada el año pasado se me ha vuelto a pasar por la cabeza sin acordarme de que ya lo había dicho entonces: Coger un bidón de gasolina e ir sucursal a sucursal haciendo una bonita pira. Pero tal y como era de prever la gasofa ha subido (y lo que le queda) y al final no compré el bidón entonces. Y, ¿para qué me iba a valer? La mitad de las sucursales estarán cerradas en breve. Así que no me queda más que respirar hondo, cruzar los dedos por poder hacerlo por Internet que el IBI funcionó muy bien, y relajarme: Conseguir tal vez el último de Don Arturo y empaparme bien del asedio de Cádiz y cómo se engendró el embrión de nuestra primera Constitución.

Aquí la muestra de lo que ha quedado del alma española revolucionaria: Tanta gente que luchó gritando ¡Viva la Pepa! y peleó contra el aborto de aquél embrión, que aquél embrión sí que era democracia ya desde el momento de ser engendrado (espero que captéis la sutileza del juego de palabras) para que ahora mismo dejemos pasar EREs, subidas de sueldos de altos cargos con puestos bien blindados, mangancias de políticos de todo pelaje y condición, burbujas, trapicheos, 4 millones y medio de parados y que los bancos nos enseñoreen con derecho de pernada con, como mucho, una pataleta por Internet. Si es que nos merecemos lo que tenemos, pardiez. Ahora vienen los fanfarrones a tirar bombas y no sólo les agradecemos el pepinazo sino que les hacemos a ellos el tirabuzón y lo que haga falta. Donde usted desee, señor, por supuesto, a mandar.

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