miércoles, 26 de enero de 2011

Necesito amor


No quiero alguien que me necesite.

No quiero alguien que no pueda vivir sin mí, que no tenga capacidad por sí mismo. No quiero alguien al que no le importe lo que yo haga o lo que yo soy, porque haga lo que haga eso no variará lo que siente. No quiero ser una droga para nadie, no quiero ser el chute diario a toda costa.

No quiero un perro faldero. No quiero alguien que sea fiel ante todo. No quiero alguien al que poder olvidarme de sacar a la calle, no quiero acordarme porque venga lloroso a mis pies a suplicar su árbol diario. No quiero alguien al que apalee y sumiso pase a hacer lo que yo quiera.

No quiero alguien que responda a mis exigencias. No quiero alguien que con tal de no perderme, del miedo a estar sin mí, esté dispuesto a perder todo lo demás. No quiero alguien que vea la vida a través de mis ojos para asegurarse de que así me conservará.

Peor aún. No quiero alguien que me necesite pero piense que no es así. No quiero alguien que se apoye en mí continuamente, pero que no se dé cuenta. No quiero alguien que se sienta independiente pero ni recoja las cartas del buzón ni se preocupe de buscar mi compañía. No quiero alguien que no me reconozca.

Quiero alguien que tenga su vida, que busque un complemento y me ponga en ella. Quiero alguien que distinga lo que hago en cada momento y lo que soy, y que le guste lo que distingue cada día más. Quiero alguien que me paladee como a un buen vino, disfrutándolo, sabiendo que querrá otra copa inmediatamente tras terminar esta, que el día que no haya buen vino odiará la cerveza, pero que vivirá con ella y su amargor.

Siempre preferí a los gatos. Que no están cada vez que quieres. Que no te requieren hasta para orinar. Que salen por los tejados y vuelven a casa porque es donde están a gusto, que eligen. Que no aceptan una orden incoherente. Que pueden estar horas recibiendo caricias y horas ronroneándote en las rodillas, acompañándote en la lectura. Y que lo hacen porque quieren.

Quiero alguien que sea una persona. Que tenga sus necesidades y las exprese. Que esté dispuesto a todo por mí, salvo a perder su identidad. Quiero que vea la vida con sus propios ojos, y que su mirada se dirija a mí casi siempre, porque es donde quiere mirar.

Mejor aún. Quiero alguien que comparta obligaciones y deberes, que busque mi apoyo y que me apoye. Quiero alguien que sea responsable de la relación tanto como yo. Para lo bueno y para lo malo.

No quiero alguien que me necesite. Quiero alguien que me quiera.

Ahora mismo soy afortunada.

Recuerda que la mejor relación es aquella en la que el amor por cada uno excede la necesidad por el otro.
Dalai Lama

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