lunes, 27 de abril de 2009

Derechos que son deberes (J.F.H.)



España es un país lo suficientemente rico como para poder extender, con cierta dignidad, el derecho a la educación a todos sus ciudadanos.
Por mucho que los informes PISA se encarguen de colocarnos en el furgón de cola, lo cierto es que cualquier ciudadano español en edad escolar tiene la oportunidad de ir a una escuela o instituto sin dificultades. Lo que no es poco, teniendo en cuenta que en la mayoría del mundo, acceder a un pupitre es privilegio de minorías.
Lamentablemente, como casi siempre, algunos abusan de ese derecho olvidándose de que todo derecho acarrea algunas obligaciones.
J.F.H tiene dieciocho años y está matriculado en Cuarto de ESO. Yo lo conozco desde los doce años, cuando empezó el instituto. Salvo hacer la puñeta a los profesores, procurar pasárselo bien e inventar excusas a sus padres para que creyeran que hacía algo, dudo mucho que el haya hecho esfuerzo alguno durante seis años. Las veces que ha pasado curso ha sido mediante lo que en la jerga de enseñanza se conoce "por imperativo legal".
Esta curiosa figura educativa implica que si colocamos a un niño de doce años en un pupitre y lo matriculamos en 1º de ESO, tarde o temprano, aunque no haya hecho absolutamente nada durante años, años y años, acabará en Cuarto de ESO. Estrictamente hablando, ni la presencia del alumno es necesaria. Podríamos limitarnos a matricularlo y, poco a poco, aunque ni los profesores lo hubiesen visto nunca, llegaría a Cuarto de ESO.
J.F.H. hace dos años que terminó su etapa de escolarización obligatoria; podía llevar esos dos años buscando trabajo. Pero no: J.F.H: está en Cuarto de ESO haciendo exactamente lo mismo (es decir, casi nada) que los últimos seis años de su vida.
Mentiría si dijera que a veces J.F.H. no es capaz de hacer algo. Seis años ocupando un pupitre hace que, siquiera por aburrimiento, haya adquirido alguna destreza. Es capaz, incluso de aprobar algún examen con la condición de que no requiera estudiar. Pero él sabe perfectamente que terminará Cuarto de ESO sin posibilidad de titular y habiendo desperdiciado, como mínimo, los dos años extra que ha estado en el instituto y en los que podría haber estado trabajando.
Pero no hay que engañarse: quien es incapaz de hacer unas elementales tareas de Historia es incapaz de buscar trabajo y de trabajar en algo. Esos trabajos requieren sudar y se está mucho mejor en clase donde con otros como él pueden montar su tertulia y, si hay suerte, colaborar a que los que tienen algún interés, se conviertan en burros de solemnidad como él.
Ahorrémosnos discursos lacrimógenos acerca de J.F.H. No se trata de un muchacho que provenga de un hogar disgregado (pues precisamente esos son los que antes abandonan el instituto y buscan trabajo). Sus padres son perfectamente corrientes, aunque se me escapa la razón por la que prefieren tenerlo perdiendo el tiempo a intentar buscarse la vida.
La culpa, dirá alguien, quizá sea de los profesores que no hemos sabido motivarlo. Pero son los mismos profesores que han colaborado a que su hermana sea una alumna brillante. Los mismos que tiene que aguantar su estulticia día tras día y agradeciéndole que, al menos, no sea particularmente maleducado.
Mañana, J.F.H. volverá a coger una mochila llena de libros vírgenes y de libretas en blanco. Se sentará y dejará pasar el tiempo: treinta horas a la semana. Unas 1.200 horas al año. Unas 7.000 horas de tiempo perdido en el instuto.
Acordémonos de J.F.H. cuando vuelvan a salir los resultados del informe PISA. Porque otros como él harán este año esa prueba en mi instituto.


2 comentarios:

  1. ¿Ves? Este sí que me parece un ejemplo perfecto, si no el mejor, de alguien que tiene todos los derechos y ningún deber. Y aún creo que debes dar gracias de que a J.F.H. no le haya dado por matar a nadie o algo así mientras ha sido menor de edad.

    Vivimos en una sociedad en la que una generación ha crecido perfectamente consciente de todos sus derechos y sin conocer ninguna obligación. Eso es, sin duda, un grave problema.

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  2. Creo que actualmente este es uno de los mayores problemas del pais. Más allá de los problemas ocasionados por una administración incompetente y unos planes de estudio de chiste, (n)os toca lidiar con oleadas de padres despreocupados (que niños que no querían estudiar, ha habido siempre) que no ven que están sacrificando el futuro de sus hijos en pos de su comodidad. Y hecho la culpa a los padres, por que por más que el sistema permita, son ellos los que están ciegos; ya que son ellos (o deberían serlo) los últimos responsables de la educación del chaval

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