miércoles, 1 de abril de 2009

Economías


Para los ignorantes como yo existen dos tipos de economía. Supongo que tienen un nombre definido, o igual no, puesto que lo que para mí son economías distintas, para los más entendidos pueden ser la misma. A una de ellas la llamo economía real; a otra, economía virtual.
Como siempre en estos casos, lo mejor es referirse a autores reconocidos y, ya que a “El capital” de Marx últimamente poca gente parece hacerle caso y, además, está desfasado, refirámonos a otra obra cumbre de la economía.
Me refiero, como habrán podido adivinar, a la película “Pretty Woman”.
Pensemos en Vivian , la chica protagonista. Desde un punto de vista económico, ella tiene un producto que ofrecer: ella misma. Sobre esa base negocia el qué, el cómo, el cuándo y el cuántos. Existe la mercancía, existe la necesidad y sobre esa base monta su negocio.
Aunque nunca olvida que se trata de su negocio, tras sus facturaciones, requisitos y regateos existe una ética.
En definitiva, se trata de una noble representante del mundo de la economía real: aquel en el que empresarios o trabajadores ofrecen un producto que se puede usar, tocar (no, no voy a hacer un chiste fácil) y que cubre una necesidad.
El otro protagonista de la película es Edward. Wikipedia lo describe como hombre de negocios. No como constructor de casas, de ordenadores; no como cocinero, sastre, pescador, camello o cualquier otro integrante de la economía real. Edward es un hombre de negocios.
Y como Vivian no sabe a qué se decida un hombre de negocios, le pregunta. Básicamente Edward se dedica a comprar empresas de economía real en crisis, trocearlas, vender los cachitos y ganarse una pasta con el dividendo resultante haciendo falso aquel axioma de que el todo es mayor o igual que la suma de las partes.
Edward no produce nada y cuando vemos los tejemanejes a los que con habilidad se dedica para quedarse con la empresa del anciano James Morse, no podemos sino imaginarnos a los buitres sobrevolando alrededor de un hermoso caballo salvaje agonizante.
El trabajo de Edward produce asco y tan sólo puede justificarse desde el punto de vista de beneficio.
Edward es un representante exitoso de la economía virtual. Como lo son los brokers o premios Nobel de Economía incapaces de predecir las crisis hasta que han sucedido.
La película tiene un final feliz para Edward: renuncia a la economía virtual y aunque compra la empresa de James Morse, lo hace para fabricar barcos. Cosas que se pueden ver, tocar y que cubren una necesidad.
Pero es que Pretty Woman es un cuento de hadas.

Postdata.- Me entero que mañana hay huelga de autobuses en Murcia. Los trabajadores protestan porque la empresa no les paga un incremento al que previamente se comprometió. La empresa dice que no tiene ese dinero: que lo invirtió en bolsa y ha tenido pérdidas.
La economía virtual se mezcla con la economía real. Y, como el “Pretty Woman”, la primera jode a la segunda (Esta vez no he podido resistir la tentación del chiste fácil).

2 comentarios:

  1. No te creas que mis conocimientos sobre macroeconomía van mucho más allá que los tuyos. Lo único que estoy aprendiendo es que precisamente por ese desconocimiento no puedo hacer la crítica abierta que solía.

    Intentamos medir la macroeconomía en términos de microeconomía, que es lo que tenemos cercano. Y eso es el equivalente a intentar explicar las leyes del universo aplicando las correctísimas a nivel local leyes de Newton: Incorrecto.

    La diferencia es precisamente la postdata. Mientras que la influencia de las reglas del universo en nuestra vida es, si bien real, alejada, la influencia de la macroeconomía es directa. Pero eso forma parte del sistema en que vivimos, y por tanto tenemos dos opciones: Intentar entenderlo y adaptarnos a ello criticando con conocimiento de causa y tratando de corregirlo, u oponernos al sistema de forma abierta. Y ha sido su Excelencia el que ha dicho que Marx está pasado de moda, así que yo, como en otros campos, abogo por la segunda opción.

    PD: Bonita película Pretty Woman.

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  2. Ya sé que no entiendo nada de macroeconomía; ni siquiera de minieconomía.
    Debo ser de esos ingenuos que se indignan cuando una empresa despide trabajadores y sube en bolsa. Seguro que si tuviera más amplitud de miras vería con buenos ojos que cuatro hombres de negocios se embolsen unas ganancias a costa de quinientos pardillos.
    Respecto a Marx, ya sabe usted que me aburre soberanamente la literatura política. Eso sí, leí el Manifiesto Comunista hace muchos años (exactamente 28) y editado en la URRS, como debe ser.

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